Hacemos noche en la terminal de Cartagena, que a esas hs se encuentra bastante solitaria, solo algún personal de limpieza, dueños de los puestos de venta que descansan adormecidos en una silla. Nosotros a la espera de nuestro carro, que sale a eso de las 6 de la mañana, y como para pasar el tiempo, nos inventamos unos personajes algo graciosos, con idea de una pequeña filmación, nos reímos mucho, y le dimos un poco de curva al tiempo en el espacio.
Finalmente salimos a palenque, después de hs y media cambia el paisaje, la brisa fresca de la mañana nos golpea la cara, el camino polvoriento, nosotros medios dormidos pero con un una sonrisa de oreja a oreja y nos hacemos al camino montados en moto.
Palenque, pueblo negro, donde todo el mundo se saluda, nos sentamos en un banco a la sombra de un árbol, lo primero que se nos viene a la mente, “esto es África", todo el que pasa nos da su buenos días, muestra su rostro, se presenta, un apretón de mano que muestra su corazón y nos abraza, se charla con el de alado, el que esta un poquito mas allá y el que va cruzando la esquina.
Suena una copla, un pregón, con voz ronca, algo airosa y nasal, hombre negro, un bastón cruzado por sobre los hombros, dos ollitas que cuelgan, una en cada punta que reflejan el sol mañanero, y su voz libre para que la lleve el viento suenan estas palabras;
Si tú me ayudas a mí
Vamos a ayudar a Haití
Eso que paso allí
Me puede pasar a mí
Este grito que pego aquí
Se escucha allá en Haití
Con los días nos comentan que este pregonero, más conocido como Panamá, es el diario del pueblo, la voz andante que informa los sucesos del mundo, si hay carne o verdura en tal lugar, es capaz de componer una canción en una cuadra, a cambio él recibe comida que la gente le da en sus ollitas de aluminio, que bailotean en el caminar y al son de sus melodías.
Una de las primeras personas que nos recibe muy amablemente es Abel Cassiani, entrenador y boxeador del pueblo, quien quedo en contactarnos con los demás gestores culturales de la comunidad.
Pasamos a visitar a Rafael Cassiani, integrante del Sexteto Tabala (tambor de guerra) conformado por marímbula, bongo, una conga, maracas, claves y alegres. Esta agrupación ya por su tercera generación, se formo en los años 30.
En nuestra búsqueda de hospedaje hablamos con el inspector del pueblo don Primitivo, quien nos atiende atentamente, nos lleva a conocer la escuela, posible lugar para parar, pero finalmente damos con Cenobia, de sangre negra, manos fuertes; quien nos brinda su casa y se preocupa porque estemos cómodos, enseguida nos trae unas provisiones, un fueguito, buena candela y así nuestro primer día en Palenque.
Aquí pasamos lindas tardes musicales junto a Farí, director de Oriki Tabalá, agrupación de baile que reúne a unos 52 integrantes entre niños y adultos.
Para el 29 de enero fuimos invitados al pueblo de San Cayetano, de la mano de su director cultural Esteban Pacheco, la cita fue a eso de las 4 de la tarde con la propuesta de llevar “Dimensión de amistad” recorrido musical por tierras latino americanas en unión de los pueblos, celebrando su diversidad y creando espacios de intercambios culturales.
En la plaza interpretamos candombes, zamba, chacarera, canciones chilenas y peruanas. Para nuestra sorpresa nos recibe la agrupación “Son de negros” y su gente, con toda la fuerza del son callejero, este encuentro vivirá por siempre en nuestra memoria, una amistad grabada con candela en lo más recóndito de nuestros corazones. Para nosotros en un honor compartir aquella tarde de encuentro con los grandes del Son de Negro:
Domingo Cañate
Agustín Menza Villa
Jorge Cañate Torres
Francisco Viña Torres
Farí Martínez Valdez
Queremos darles las gracias al profesor Humberto Mendoza y a nuestro querido amigo Esteban Pacheco por abrirnos las puertas de su pueblo, por su compromiso con la gente.
También queremos agradecer a los niños, jóvenes y abuelos que con mucha alegría hicieron posible esta gran aventura.
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